– Los tomates de hoy en día no son como los de antes o los tomates, ahora, saben a «mentira.» -¿cuántas veces habremos oído o dicho eso?
…Tal vez será que todavía no has probado los tomates del huerto de Luis. Hay un antes y un después. Ahora, cada vez que te enfrentas a la preparación de una ensalada, solo la selección del tomate idóneo ya se convierte en toda una experiencia religiosa.
Te agachas a lo ‘catwoman’ y estiras la mano hacia la cesta. Hasta aquí todo es fácil, pero ahora comienza la disyuntiva: cojo el rosado corazón de buey, que de solo imaginar como sabe me pone la carne de gallina, o bien el autentico pomodoro, que parece un tomate bañado en 24 kilates que se deshacen al contacto con la boca. Una vez elegido el tomate correcto- a ser posible antes de 10 minutos (parece fácil, pero hallaros ante tal despliegue de sabores supone una sobrecarga sensorial que no todo el mundo puede controlar), lo ducharemos, si habéis leído bien. Un tomate de tan alta alcurnia no puede mojarse y ya está. Hay que ducharlo, dejando que el agua caiga suavemente mientras lo frotamos. Acto seguido lo cortaremos con la forma y el tamaño adecuado: ni muy grande, ni muy pequeño, sin aplastarlo, cortes limpios y siempre intentando que las pepitas y su jugo no se vayan ‘de baretas’. Si además conseguimos servirlo a la temperatura idónea,solo con una pizca de sal, ya habremos conquistado al mejor de los paladares. Esta rutinaria misa oficiada por el chef conseguirá llevar al ‘éxtasis papilar’ a cualquier comensal, pero nada de esto podría suceder sino obtuviéramos nuestros ingredientes de un huerto ecológico. Infringir o no el PECADO Nº2# dependerá de si nuestro tomate viene de un supermercado o del huerto del tío Luis.
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mmm que rico! o principios para crear un huerto ecológico.
Ya no hay excusa, da igual si eres latifundista o si solo tienes una pequeña terraza. Cada día mas gente se anima a cultivar su propia comida. ¿Por qué no ser tu uno de ellos? Y es más ¿Por qué no hacerlo de modo eco-LÓGICO?
A contraluz, cortando el viento, como un regalo celestial, cae ante nosotros el siguiente decálogo:
Aquel que siga estas diez leyes será bendecido con salud y prosperidad .
- No usarás productos fitosanitarios de síntesis (es decir, para luchar contra las plagas nada de químicos diabólicos)
- No abonarás con fertilizantes químicos (los nitratos contaminan el agua y son mortales para los peces)
- Plantarás semillas autóctonas (pontelo fácil, así tendrás menos quebraderos de cabeza a la hora de cuidarlas.)
- Rotarás los cultivos (así no agotarás la tierra y mantendrás su fertilidad)
- Obtendrás productos imperfectos pero deliciosos (lo natural)
- No desperdiciarás agua (usa sistemas de riego eficientes y reutiliza la que puedas)
- Evitarás la erosión y la degradación producida por el viento y el agua (crearás discontinuidad en la pendiente como caballones o sistemas de drenaje y mantendrás así la fertilidad del suelo)
- No trabajarás en exceso (esta os gusta, ¿eh? no hay que labrar mucho y cuando sea necesario la tierra no ha de estar ni húmeda ni seca)
- Controlarás las malas hierbas (escardándolas o acolchando con paja, grava, estiercol, …)
- Disfrutaras de cada bocado (¡porque te lo has ganado!)
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Ahora está en tus manos cambiar tu concepción del sabor y vivir una experiencia religiosa a lo Santa Teresa cada vez que comas un tomate. ¿Te animas?
Post Data: Luis, gracias por dar a nuestras papilas tantos momentos de felicidad
Grego y Juani, vigías de la huerta, cómo agradeceros vuestro tiempo!… y gracias por dejar crear este pequeño paraiso!
Brihuega, Restaurante La Peña Bermeja.