Tienes una mancha: Historia de la servilleta

No sería lo mismo sin ellas. Tanto que contarnos y tan pocas ganas de escuchar. Sin importar procedencia (Damasco o el super), estatus (de gala o para la merienda) ni edad (herencia de la abuela o de usar y tirar) acogen humildemente y sin rechistar aquello que a nosotros nos sobra. Siéntate, colócala en tu regazo y escucha por un momento la historia de aquellas que lucharon por que vivas en el mundo que ahora habitas, uno  libre de lamparones y de dedos engrasados.

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Servilleta  1. f. Pieza de tela o papel que usa cada comensal para limpiarse los labios y las manos.

No siempre ha sido tal y como la conoces. Mucho antes de entrar en tu vida, ella ya había compartido mesa con los VIP del pasado, y fue rodeada de espartanos como comenzó sus andaduras. Nuestra protagonista, en su estado embrionario (por llamarlo de algún modo, ya que entonces solo era un proyecto de servilleta) rodaba de un lado a otro en las mesas de Esparta. Si rodaba, has oído bien. Se trataba de una especie de miga amasada, la cual usaban para limpiarse las manos y respondia al impronunciable nombre de ‘apomagdalie’.

Más adelante, en la Antigua Roma, se la conocía como assudaria y  (un pañuelo de bolsillo que se usaba para secar el sudor de la frente durante las cálidas comidas mediterraneas) y el mappae (un pañuelo de mayor tamaño que se colocaba sobre el sillon cuando comían en posición reclinada, y que a veces usaban para limpiar los labios ). Cada comensal debía traerse su propio trapito y al final del banquete los llenaban con los restos (¿inicios del tupper?)

Durante la Edad Media, nuestra querida servilleta desapareció de las mesas; y las manos y bocas pasaron a limpiarse con cualquier cosa que se cruzara en su camino (la parte trasera de la mano, la ropa, migas de pan). Después de un tiempo en la oscuridad, volvió a la mesa. Esta vez se trataba tres paños mucho mayores (de unos 6 pies de largo por 5 pies de ancho, ¡imaginate!), primero se colocaba el couch (así se llamaba), sobre este una larga toalla llamada surnappe (indicaba que ese era el asiento del invitado especial) y el último era un trapo comunal que colgaba a lo largo de la mesa. (se puede ver un ejemplo en el cuadro ‘La última cena’ de Dierik Bouts ). A finales de la Edad Media la servilleta comunal fue reducida al tamaño de una toalla de mano de hoy en día.

Entre tanto tuvo lugar un intento, por parte de Leonardo Da Vinci, de poner un poco de orden en el desastre campal que se organizaba durante los banquetes de su protector Ludovico. Ludovico tenía la costumbre de atar conejos a las sillas para que los comensales se limpiaran en sus pieles, pero Leonardo, en su afan por innovar, repartió entre los invitados manteles individuales para que estos pudieran limpiarse cuando lo necesitaran. Fue totalmente catastrófica la toma de contacto con la servilleta actual, así que Da Vinci no volvió a comentar en sus escritos nunca nada más sobre ella.

Con el paso del tiempo, la servilleta pasó de estar sobre la mesa, a estar sobre el brazo izquierdo de un sirviente. Aunque en el caso de tratarse del maitre, este la llevaría sobre el hombro (dejando bien clarito que era él el que estaba al mando), esta costumbre continuó hasta el siglo XVIII.

 

Ya, en el siglo XVI, las servilletas fueron aceptadas por los más refinados, y se confeccionaban en varios tamaños dependiendo del evento.

  • Diaper: pequeño trapo de algodón o lino tejida con un estampado en forma de diamante.
  • Serviette: la servilleta grande usada en la mesa.
  • Serviette de  collation: una más pequeñita, usada para las comidas de pie, como en los cócteles de hoy en día.
  • Touaille: una toalla comunal enrollada en un tubo de madera sujeto a la pared,

 

Para el siglo XVII el estándar de  servilleta era aproximadamente de 89 cm por 114 cm, no estaba nada mal para los que comían con los dedos. Sin embargo, cuando el tenedor fue aceptado por la realeza en el siglo XVII, se dejó de usar tanto la servilleta, ya que la pulcritud en el comedor se destacó.
Con la ‘democratización’ del tenedor en el siglo XVIII y un aumento en la pulcritud durante la comida, el tamaño de la servilleta pudo reducirse a 75cm por 90cm. Y además comenzaron a hacerse las primeras servilletas a juego con el mantel.

Hoy en día, nuestra polifacética servilleta (aunque ya vieja, sin ninguna arruga) aparece con sus múltiples disfraces: con vestido largo para los banquetes, recatada para los menús y con mini para las meriendas con té o los cócteles.

Después de saber todo su pasado, ¿no vas a tomarla en serio? ya sabes; la próxima vez que la uses, hazlo con ternura.

 

mas información:

Una historia de servilletas.

Una servilleta demuestra que en 5 siglos apenas hemos cambiado.

 

 

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Brihuega, Restaurante La Peña Bermeja.