Ggrrrrrrrrrr. Pareces el león de la Metro Goldwyn Mayer. Estás que te tiras de los pelos y todavía no has empezado a trabajar.¿Cómo te ves en dos días? Si aún no conoces a la niña del exorcista seguro que la vas a conocer…
Si ves que el estrés está acabando con tu cordura debes actuar. Puedes agarrar a tu jefe por la pechera y abofetearle (opción no recomendada) o plantearte que, a lo mejor, tu dieta no es la adecuada. Si te atreves con lo del jefe, adelante; pero sino, sigue leyendo.
A 100 por hora.
Pero que mal hechos estamos- dirá mas de uno- A cuento de qué viene el estrés, si esto no sirve para nada…
No es así del todo, el estrés en si mismo no es tan malo, lo realmente perjudicial es que este se prolongue en el tiempo. Como dicen, lo bueno si breve dos veces bueno, ¿no? El estrés es nuestra respuesta natural ante un peligro. Gracias a la adrenalina segregada: corremos más rápido, tenemos más fuerza y estamos más alerta.
¡Eh, tu listillo! ¿A que no te preguntas en mitad de un incendio para qué sirve el estrés?
Es verdad que salir por patas no solucionará muchos de los problemas del día a día, pero aún así, no debemos menospreciar el estrés. Gracias a este seremos más competitivos, lo que nos ayudará a conseguir nuestras metas.
Pues si es tan bueno ¿por qué a veces se vuelve en nuestra contra? El ritmo de vida que llevamos puede hacernos percibir inconscientemente como amenaza ciertas situaciones cotidianas, con lo que ya tenemos asegurada nuestra ración diaria de adrenalina injustificada.
Y en esta ecuación ¿ dónde entra la comida?
Empecemos desde el principio: El estrés, el solito, es capaz de producir cambios bioquímicos en nuestro cuerpo, el cerebro envía la orden de segregar hormonas catecolaminas (por ahí anda la adrenalina)que inician una reacción en cadena, causante de todos los cambios que ocurren en nuestro organismo cuando estamos bajo presión. Si nuestro cuerpo no está lo suficientemente sano y bien alimentado para hacer frente a este efecto dominó, sucumbiremos a las garras del estrés.
Lo quiero mascaito, ¿Qué como?
Prácticamente de todo, una dieta equilibrada es lo mejor. Es importante consumir las calorías necesarias para poder afrontar con energía estos periodos moviditos, ya que si estamos algo ‘bajos’ todo nos parecerá un mundo.
Dentro del grupo de los glúcidos (hidratos de carbono para los amigos) hemos de buscar aquellos que tengan un índice glucemico bajo (IG), es decir nuestro cuerpo es capaz de asimilarlo lentamente con lo cual NO nos producirá subidones y bajones de energía, que no es lo que más nos interesa en estos momentos, ¿verdad?
Ah perdón, que has dicho mascaito. Pues ahí va:
- Come: cereales completos, frutas o legumbres.
- Evita: Azucares y harinas refinadas (blancas), Ni hablamos de los dulces y los refrescos con gas.
Las proteínas, nos ayudarán a mantener fuerte nuestro sistema inmune, creando una barrera fuerte que no se desplomará a la primera de cambio. La carne rica en B3 nos ayudará a luchar contra las inclemencias. Y el pescado azul, rico en grasas esenciales (omega-3), fluidificará nuestra sangre (al contrario que la adrenalina, que la densifica).
- Come: carnes magras, sobre todo ternera, jamón serrano y embutidos ibéricos, pollo o pavo. Salmón, trucha, atún y sardinas.
Chss chss, que seguimos aqui. Has oido embutido y directo para la cocina que ibas, ehhh!
Últimas, pero no menos importantes, las vitaminas y los minerales. En periodos de estrés consumimos más de lo normal, así que hemos de ingerir cantidades mayores. Imprescindibles las vitaminas: A, B y C. Y no te olvides tampoco del Magnesio y del Zinc.
- Come: espinacas, lechuga, tomate, naranjas, kiwis, zanahorias, frutos secos, legumbres y ya de paso almejas, que son riquísimas en B12.
Parecía que este post no iba a tener fin, pero todo lo bueno se acaba (jejeje). Si después de este tostón, no te notas mínimamente soñoliento, miratelo. (Que el triptófano, aquí, está mas infiltrado de lo que crees.)
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Brihuega, Restaurante La Peña Bermeja