«Lo bueno se hace esperarY parece que no lo tenemos tan claro.

Más de una vez nos hemos sorprendido a nosotros mismos o a nuestros acompañantes nerviosos, inquietos, sentados ante la mesa de un restaurante, esperando casi con cierta ansiedad,que llegue «de una vez» el plato que apenas minutos antes hemos pedido. Pero lo verdaderamente gracioso (relevante) es que en la mayoría de las ocasiones no tenemos ningún motivo real que justifique nuestra repentina impaciencia. Como en el extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde una vez que el plato entra en contacto con la mesa nos invade una sensación de bienestar y calma. ¿A qué viene tanta prisa?

Seguramente todo se explique por la moda omnipresente de “lo inmediato”. Más bien un estilo de vida, una corriente que todo lo impregna con un sello,  normalmente, poco razonable de urgencia y velocidad al amparo de la eficacia. Todo bajo la promesa de dejarnos más tiempo para disfrutar de lo realmente importante en la vida (aunque finalmente esto no resulta del todo cierto). El Slow Movement surge como una respuesta necesaria a la ajetreada vida que actualmente llevamos.-«Paren el mundo que me bajo»

Básicamente el ideal es hacer las cosas a la velocidad correcta para que puedan ser, no sólo disfrutadas, sino beneficiosas. Saboreando los minutos en lugar de contarlos, disfrutando del placer de una grata conversación, deleitándonos, en fin, con todos los pequeños detalles donde –según se dice- reside la felicidad.

Aunque los inicios de esta corriente están ligados a la comida (SlowFood), ha logrado expandirse a otros ámbitos: viajes, comida, educación,… creando una cultura anti-estrés muy necesaria hoy en día. Desde su aparición hace mas o menos 20 años, cuando el periodista Carlo Petrini  presenció indignado la apertura de un restaurante FastFood en la histórica Plaza de España romana, el movimiento ha ido consolidándose lentamente (no podría ser de otro modo) pero sobre seguro. El compendio de todas estas corrientes se materializa en las SlowCities, ciudades que basan su desarrollo en las máximas del movimiento, creando comunidades en las que prima la vida sencilla y tranquila, la comida cocinada a fuego lento, el conocimiento del entorno y el respeto por las personas y sus relaciones.

Es posible, que en un futuro no muy lejano, tengamos que replantearnos nuestro estilo de vida desenfrenado y adoptar una filosofía mas acorde con este movimiento, más respetuoso que el actual con el medio y con nosotros mismos.

Recuerda esto la próxima vez que sentado ante la mesa del restaurante te empiece a temblar la pierna. 😉

Más información:

http://slowfood.es/

http://lecomunico.espacioblog.com/post/2010/09/28/slow-movement-movimiento-slow

Brihuega, Restaurante La Peña Bermeja.